Abuelita yo viajo por ti.
Mi abuelita Marina me inspiró a viajar. Creo que nadie lo sabe (o muy pocas personas).
Recuerdo mucho un cuadro que tenía en su casa, con una foto en Bariloche Argentina, viaje que hizo con mi tía Gloria, la primera de tres tíos que emigraron a Estados Unidos; mi tía migró a sus 19 años y tuvo la fortuna de regresar a Colombia 2 años antes de que mi abuelita trascendiera. Su historia más adelante la contaré.
Me remito al cuadro que aún recuerdo con la emoción e ilusión que me hizo sentir de conocer el mundo. YO TENÍA QUE LLEGAR A ESE LUGAR, me lo prometí y se lo repetía a mi abuelita, hasta que en el 2013 lo logré. Y no solo he ido a Argentina una vez, he ido dos veces.
Desde que tengo memoria mi abuelita hizo parte de mí, de mi vida, de mis mayores logros, de mis momentos más felices y aunque seguramente le compartía algunos difíciles, siempre traté de no darle tristezas y aún en la distancia, nuestra relación es cercana y mágica. Siento que continúa siendo.
Contarle cada viaje que planeaba hacía brillar sus ojos e iluminar su cara, y al detalle le contaba cada cosa porque siempre he sabido que su corazón es viajero como el mío, y sí, digo ES, porque ELLA ES Y SIEMPRE SERÁ.
Mi Abuelita me hizo hablar de viajes cuando con orgullo desde muy pequeña le contaba a mis amiguitas que estaba en Estados Unidos; fue a Canadá, visitó Egipto, Jordania e Israel; conoció Argentina, Chile y un pedacito de Brasil; paseó en Puerto Rico, vivió un crucero por las Bahamas, conoció las Cataratas de Iguazú y del Niagara y como si su recorrido fuera corto, viajó a Panamá, México y Costa Rica.
Mi tía Gloria me cuenta que cuando llegaron a Israel, ella lloró mucho, porque al ser católica este lugar representaba un gran sueño; sin embargo fue al conocer el Estadio de la Bombonera donde más se emocionó. Seguramente porque llegar hasta allí le recordaba a mi abuelito Milo, su gran amor, quien fue futbolista toda su vida ·orgullosamente llegó a jugar en el Nacional· y esta era una forma de sentirse más cerca de él (esa sí o sí tiene que ser otra historia o hasta merece un podcast jaja).
Me da una nostalgia no poder llamarla ahora mismo a hablarle de mis viajes y de este sueño, pero estoy segura que ella lo sabe porque está acompañándome en cada paso que doy y abriéndome camino con el universo para lo que quiero lograr.
Mi vida con mi abuelita no solo es de un par de historias, sino seguramente un libro, porque siempre me dijo “Paulina, tu vas a escribir un libro sobre mí” y sé que le voy a cumplir.
Si algo he aprendido en mi proceso migratorio es de vivir un día a la vez, y por ahora tengo la certeza de que cada cosa que hago desde que ella no está (en este plano terrenal), me ayuda a reconciliarme con el duelo de su partida, en especial me inspira a construir cada peldaño de “Sin visa ni pasaporte”.
Esta historia continúa, mi abuelita me hace vibrar el corazón…